Siempre miraba por encima del hombro.
Cuando la veía pasar
pensaba en preguntarle por sus cicatrices.
Cuándo y quién le agrietó el corazón
cómo y con qué se drogaba cuando se convertía en puta
de qué manera se lamía las heridas
cuánto hachís se fumaba antes de irse a dormir
y en qué momento volvió a masturbarse.
Caminaba rompiendo el suelo
con la autosuficiencia pegada a los talones.
Respondía enarcando una ceja
y cerraba los ojos al correrse.
Qué bonita era su tristeza.