lunes, marzo 11

Piensa, soñador.

Acuérdate de lo que fuimos. De lo que fuiste. De cada palabra que hemos otorgado a oídos ajenos, a cabezas ajenas. Recuerda cada una de las bocas que has besado, cada uno de los cuellos que han embriagado tus sábanas y cada una de las salivas que han permanecido en tu boca durante tres días. Piensa en cada una de las cenas que has compartido, en cada uno de los desayunos que has preparado para alguien que no era yo. Piensa en la cantidad de lunares que han acariciado las yemas de tus dedos y en las lágrimas ajenas que se han escondido bajo tu jersey azul. Piensa en cada uno de los cafés que saboreaste pensando en sus mejillas, en cómo mirabas el último sorbo pensando en su sonrisa rasgada tras alguna que otra impertinencia. Recuerda tu primer te quiero y luego todos los que vinieron después. A distintos cuerpos. A distintos labios. Rememora la primera vez que lloraste porque no encontrabas sus ondulaciones y cómo el fin del mundo nunca llegó. Piensa en cada una de las fotografías especiales y en cómo terminaron pérdidas en el cajón donde guardas todas las cosas que no tiras por si acaso. En cómo una palabra cambió tu manera de ver el mundo y en cuando creíste que te salvarían y al final nunca lo hicieron.
Piensa, soñador.

sábado, marzo 9

Muchos nombres, y muchas formas.

Últimamente todo sabe un poco más amargo que tiempo atrás. Te busco a destiempo y no me encuentras. Y las intenciones ya son de todo menos intenciones. Las miradas ya no crean convicciones y sólo son capaces de sembrar dudas. Que marchitan. Con cada suspiro.
Que ahora soy más de mirarte cuando no me ves. Y de no buscar tu aprobación. Y entonces pienso que este amor se aleja, un poco más. Y esta torpeza se queda, un poco menos. Y cómo escuece mirarte de lejos a veinte centímetros de tus ojos. Que si te aprieto es porque temo no volver a sentir esa sonrisa del primer día. Y también está aquí el miedo a no volver a robarte esas ganas. Locas. De mi.

Y es que últimamente aquí naufragan todos, menos yo. Porque sigo esperando. Y esta espera puede tener muchos nombres, y muchas formas. Y todas llevan a lo mismo. Al mismo cuerpo, a los mismos ojos, al mismo gris.