Así, enamorarse debe ser, por ejemplo, risa con eco, debe ser descubrir dos manos más en el espejo, debe ser llanto con cuatro mejillas o descubrir otra vecina orilla allá, no más lejos del hombro; debe ser luchar por un segundo más de placer y, después, luchar por un centímetro más de colchón.
Sin embargo, para enamorarse, hace falta mucho valor. Valor para asumir la responsabilidad del desengaño, de la rutina, del silencio, del mirar y no ver nada. Y esto lo sé porque hace un momento, caminando por la calle, una linda "mullalla" se me ha acercado y me ha preguntado: "Che, ¿me puedo enamorar de vos?" y yo, muerto de miedo, he echado a correr con la pregunta pisándome los talones."
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