domingo, noviembre 18

Tu sonrisa de perfil.

Las ventanas están mojadas y yo quiero que se empañen. Porque me gustan empañadas, porque me recuerdan al calor en invierno, a nuestros cuerpos debajo de un millón de mantas, a nuestros cuerpos temblando entre sudor y mordiscos. Las ventanas están mojadas y las gotas de lluvia derrapan por ellas, y las detesto porque algunas son demasiado largas y otras me hablan de ti. Dibujan letras, palabras, frases quizás, y yo sólo veo tu sonrisa de perfil al cerrar los ojos. Esa sonrisa de perfil que me dedicas en las despedidas. Es casi mecánico. Miras al suelo, me miras y de nuevo al infinito, luego aparece esa sonrisa y clavas tus ojos en mí. Y me dejan sin aliento, sin cordura, sin razón. Y de nuevo tu boca, y tu lengua, y el jodido vértigo al besarte. 

Aunque tú no lo sepas te imagino así, despertando y mirando al techo, mirando a nada, pensando en mi, deseando mis manos desde antes de abrir los ojos, en sueños quizás, quizá en esos que nunca recuerdas pero están, están ahí, en alguna parte, en ningún lugar. 

Y me veo adormilada junto a ti, rozando tu pelo, eligiendo las partes de tu cuerpo que serán mías esta noche. Y creo que sí, que me encuentro en el centro de lo sublime cuando tu respiración se convierte en la banda sonora de mis manos.

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