martes, diciembre 3

El calor pudre, el frío conserva.

Estaba pensando en escribirte un verso en el espejo que dejas empañado al salir de la ducha. En mirarte por detrás y pensar cómo será acariciar ese lunar que imagino que tienes desde el primer día que te miré. Y es que no sé en qué momento, pero me has clavado tu boca justo aquí, en la clavícula, y ahora cada vez que me muerdo la boca pienso en ti. Que yo ya sé todo eso de mirarte cuando no me ves, y que sé que tú también lo haces y por eso sonrío a oscuras, y entonces tengo esas imágenes que sólo he visto yo, y por eso me asustan, porque son mías. Que quizá nos congelemos, pero es que alguien me dijo una vez que el calor pudre, y que el frío conserva, y desde entonces yo siempre he querido vivir congelada. Y entonces apareces tú con las manos tan heladas que dan miedo, pero yo sonrío como quien prueba el sexo por primera vez y entonces ya no quiere dejar de probarlo.

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