miércoles, diciembre 26

Justo debajo de tus mejillas.

Que en medio de aquel desastre brillaba tu sonrisa y por eso sólo te vi a ti. Y por eso quería encontrarte respirando entre mis sábanas y perderme en tus caderas. Y lamer cada uno de los lunares de tu espalda hasta hacerlos desaparecer. Buscar susurros que te hagan enmudecer, enloquecer. Susurros que sean sólo tuyos, de nadie más. Que quiero volver a encontrarte y perdernos, a oscuras. Y ver tu cuerpo a la luz de las farolas de la calle. Ver tu cuerpo vulnerable, desatado, irracional. Ver tu cuerpo y que sea mío, al menos por una noche. Que quizá no lo sepas, pero es que mis dedos buscan a tientas tu espalda, y mis ganas solo quieren no quedarse en el intento. Que si no estás a veces el mundo es demasiado gris. Y más gris aún cuando no llego a comprender lo que supone tenerte.  Lo que supone verte de lejos, lo que supone mirarte y que hagas ese puto gesto que me se de memoria, ese puto gesto que sólo conozco yo. Que no sabes lo que es mirarte y que estalle tu sonrisa y pensar que el mundo debería acabarse ahora. Que no, que tampoco sabes como asusta. No sabes cuánto asusta querer quedarme a vivir entre tus comisuras, justo debajo de tus mejillas.

1 comentario:

  1. Si este es el texto demasiado moñas que decías ayer, lo es todo, menos moñas.

    Al menos para mí.

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