jueves, enero 31

A mi es que me enamoras en cada fruncimiento de ceño.

A ver cómo te lo explico. Que consigues romperme las comisuras cada vez que me sonríes y niegas con la cabeza, y las muñecas cada vez que no consigo rodear tus caderas.

Y yo sé que es difícil apostar y seguir, porque a veces pasa, y otras pesa. Pero es que esos ojos se merecen algo más que vivir a destiempo. Y esas manos se merecen algo más que acariciar corduras.

Que yo no voy a darte calor, que eso te lo puede dar cualquiera. Yo voy a helarte, que eso sólo puedo hacerlo yo. Y luego te derrito. Y te fundes en mí. Y nos fundimos. 

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