sábado, septiembre 27

Son las tres y cuarto
y vuelves a casa
caminando
de puntillas
por miedo a despertar a tus monstruos.

Luces el rímel corrido
y respiras -más bien suspiras-
porque esa es la única forma que encuentras de pasar desapercibida.
Porque estás llena
pese a que todo se antoja vacío.

Destrozas las medias en el ascensor
y sonríes al espejo
porque no te reconoces
y estás preciosa.

Te tumbas en la alfombra
y metes tus manos bajo las bragas
para acariciar mi ausencia.
Cierras los ojos
y esperas el naufragio.

Y entonces
silencio.
Un silencio
tan desgarrador
que no te deja dormir.

martes, agosto 26

Te he buscado.

Te he buscado en cada banco de cada parque. En esa heladería de la esquina que vende el helado de pistacho que tanto te gusta. Te he buscado debajo de mi cama, en la librería a la que siempre te llevo, en la frutería del final de la calle, en la azotea de ese edificio en el que no vivimos, en la barra del bar de enfrente, entre la multitud, en las palabras que no te dije la última vez que te vi. 
Te he buscado durante días y al final, sin darme cuenta, te he encontrado en el papel.
No sé cómo lo has hecho, pero esta vez la tinta olía a ti.

martes, junio 3

Me he deslizado por los precipicios de tus comisuras
como el suicida que se emborracha
para saltar desde el tercero.

Te he probado
y he comprendido
que es verdad
que existe
el vértigo ese del que todo el mundo habla.


martes, abril 8

Siempre miraba por encima del hombro. 
Cuando la veía pasar
pensaba en preguntarle por sus cicatrices. 
Cuándo y quién le agrietó el corazón 
cómo y con qué se drogaba cuando se convertía en puta
de qué manera se lamía las heridas
cuánto hachís se fumaba antes de irse a dormir 
y en qué momento volvió a masturbarse. 

Caminaba rompiendo el suelo 
con la autosuficiencia pegada a los talones.
Respondía enarcando una ceja 
y cerraba los ojos al correrse. 

Qué bonita era su tristeza.

martes, marzo 11

Estoy
a cuarenta y nueve
madrugadas
de imaginarte
para poder empezar
a verte
como eres.

Pero
esta noche
me dedicaría
casi
exclusivamente
a lamerte las heridas.

Ya sé que no vas a salvarme.
Precisamente por eso.

Te he visto
jugar
a pisar sólo las líneas blancas
del paso de peatones.
Y créeme
que hay cosas
difíciles de olvidar.

Porque te he visto.
Y te vi.
Y tenías miedo a la lluvia
y yo sólo quería mojarme.
Qué desastre.
Y qué bonito.

Que la risa
hace perder el miedo
y tú a mi las bragas
y acabo de deudas
hasta el ombligo.

Ya sé
que tú nunca
has sido
de estar
pero si quieres que vaya
deja la ventana abierta.
Te invito a un paseo en autobús.

Voy a colarme
en tus precipicios
para que tengas que luchar
por no caerte
o tirarte
sin abrir los ojos.


Pero sé
que sabes
hacerlo mejor
y aún estoy esperando a que saltes,
valiente.

Siempre puedes
romper
al invierno.
O a mi.
Que viene a ser lo mismo.
Y ya
me has salvado
la vida
en más de una ocasión.

Digamos
que me debes
más noches
de las que puedo soportar.
Y que esta certeza
por eso de que tus ojos,
me asusta
más o menos
para siempre.


sábado, febrero 22

A veces las cosas suelen ser lo que parecen.

Apuramos sonrisas
y seguimos creyendo
que algunas miradas
aún nos devuelven lo que queremos ver.


Pero también es cierto
que esto podría ser su cuerpo
y que nunca he vuelto a temblar tanto
como ese día
en el que me desnudó
con la ropa puesta
y las ganas escondidas
bajo la cama.


Que le he visto correrse
sin bajar la guardia
y vestirse
despacio
y no volver a llamar.


Que hablar entre líneas
también es follarle.


Lo bonito de que no venga
es que no tendrá
que irse después.
Pero ojalá viniera sólo a despedirse.
Y que morir de frío
sea nuestra mejor opción.


Me meto en la cama como quien se traga su orgullo.


Mañana
volverá a ser Domingo
y yo volveré a despertar
con resaca
demasiado tarde
y espero que sonrías.
Porque cuando sonríes
estás bonita.
Y no es un cumplido.
Es un consuelo.

lunes, febrero 10

Primavera entre tus piernas.

Hoy Granada estaba tan gris
que yo me sentía roja.
Y déjame decirte
que quizá sea
porque tienes el cuello más bonito
que he visto jamás.

Lo sé
porque yo te he mirado
mucho
-mucho-
antes
de verte.

Podrías
estar aquí
metiendo tus manos
en los bolsillos
de mi chaqueta.

Estoy congelada
y no sé si es por falta
o exceso.



Te hablo de poesía
mientras juegas con la opción
de hacerte inaccesible.
Sonriendo como sonríes.
A veces.

Y ya no sé
si son tus ojos
o el invierno
pero desde que tú,
el vino sabe mejor.

Así que
ven
a partirme la mandíbula.
A llenar
mi bufanda
de los besos
que no me darás
el día que te vayas.
Y a hacerme creer
que el invierno
es relativo
porque entre tus piernas
ya es primavera.

jueves, enero 23

(II)

Esta noche te ha dado por llover.
Y me has pillado sin paraguas.

Has
caído
en formato
tormenta.
Y has arrasado con todo.

Y
no
podría
ser
de
otro
modo.

lunes, enero 20

(I)

Que hoy te vi
abrazando tu carpeta
entre toda esa gente
vacía
y quise dibujar
mi silueta.
Entre tus piernas.

Sólo sé mirarte
(de perfil)
y sonreír
(de espaldas)

Tengo
la extraña manía
de ignorarte.
Y lo que quiero es lamerte.
Y desgastarte.
Las caderas.

lunes, enero 13

Como cuando pierdo el equilibrio.

Todo esto es como el día ese en el que fuimos a ese parque y tu sonreías pero no me mirabas. Es como cuando te rozo las manos y te muerdes las ganas. Supongo que lo que quiero decirte es que rompes el suelo que pisas cuando caminas lento, y que en tu nuca sólo hay soledad. Y entonces me siento sola estando contigo y creo que es lo más bonito que puedo esperar de alguien.
Que todo esto es como cuando me juré no volver a perder el equilibrio y viniste tú a cogerme por la cintura.

Es sencillo.

Es sencillo. Es tan sencillo como que entiendas que lo que yo quería era follarte en cada una de las esquinas de esa ciudad. Que comprendas que aún tengo clavada tu cintura y tus embestidas, y tus dientes. Cómo no. Y tu estúpida manera de hacerme reír. Y es que aunque tú no lo sepas, y yo no te lo haya dicho, tienes siete maneras de mirarme y cinco de sonreírme. Y sólo una de desplomar todos mis "yo qué va". Y esa forma tan tuya de que todo importe demasiado poco.

Que sí. Que aún recuerdo el temblor y tu mano en mis costillas. Y verte caminar. Y tu culo, por supuesto.

Es sencillo, si. Es tan sencillo como que a medias todo sabe mejor, y a ligas ya ni te cuento.